Rutas e historias de montaña mas o menos normales, y alguna cosa mas…

martes, 24 de mayo de 2011

LA SONRISA DE LAS CABRAS

La Mola del Moro es una montaña con forma de flan situada al SE del Mont Caro (Massís de Port). Lo descubrimos en la guía de Joan Tirón “Grimpant pel Massís del Port”. El libro describe someramente una ruta de ascensión por la vertiente sureste que nos llamó la atención. Decía que está señalizada, por lo que no debería ser difícil de seguir...  

El fin de semana del 15 de Mayo teníamos el domingo libre. La meteo daba sol y descenso de las temperaturas. Unas condiciones idóneas para ir al Massís de Port, hacer la Mola del Moro y alguna cosa mas... Subestimamos la ascensión. Dormimos poco. Madrugamos mucho. Tuvimos que dejar el coche mas lejos de lo previsto. Pero lo peor fue que durante la aproximación, cuando toda la muralla es bien visible, no dedicamos unos minutos a estudiar la ruta. Y así nos fue…

Necesitamos varios intentos para  encontrar la ruta. Después, alcanzar la cima de la Mola sólo fue una cuestión de moral. Pero no fuimos mas allá… El cansancio físico y moral nos hizo renunciar a un itinerario circular que no conocíamos. Bajamos por donde subimos. Cuando a media tarde llegamos al coche estábamos molidos. Encarna dijo que había llegado a añorar las diabluras del Garraf. Yo recordaba las cabras montesas que vimos durante la ascensión. Mientras que torpemente nos abrirnos paso por la vegetación, rocas y pedreras, ellas se movían por los muros grácilmente, sin esfuerzo, mirándonos con curiosidad. Y nos pareció que sonreían…

MOLA DEL MORO DESDE EL MAS DE XACO

Fecha
Domingo, 15 de Mayo del 2011
Asistentes
Encarna y Enric
Zona
Catalunya. Baix Ebre. Macizo del Port. Vertiente SE del Mont Caro.
Inicio ruta
Pista de la Vall de Covalta. Ver aproximación en el Relato
Final ruta
Recorrido
Pista de Covalta. Barranc de Covalta-Barranc de Desferracavalls-Pla de Xaco-Mas de Xaco- Canal E- Sistema repisas y canales cara S-Faja SO-Collado O-Mola del Moro- Vuelta por el mismo itinerario
Noche
No
Material
Senderismo. Se aconseja llevar guantes “antipinchos”.  Botas mejor que zapatillas
Dificultad
Técnica
Media-Alta.
Física
Alta
Cota (m)
Mínima
195  (Barranc de Covalta)
Máxima
936  (Mola del Moro)
Desnivel (m)
Ascenso
Total 1122.  Sin enmierdadas  855
Descenso
Idem ascenso
Distancia
Total 14.5 Km . Sin contar las enmierdadas  13,5 Km
Horario
Total
 9 h 50 min (con enmierdadas)
Efectivo
 7 h 35 min (con enmierdadas)
Climatología
Buen tiempo. Calor.
Cartografía
“El Port “ Mapa Sud. 1:30000, Ed.Piolet, 2002
Bibliografía
“Grimpant  pel  Massís del Por“,Itin.3, Joan Tiron Ferré, ,Ed.Cossetania, (2004)
Valoración
Dura ascensión por una vertiente muy tiesa, solitaria y salvaje. El recorrido es muy  rebuscado. Si no fuera por las marcas (en algún tramo confusas y escasas) sería una aventura. Algún paso de trepada fácil. Ambiente grandioso y aéreo. Terreno ingrato y destrozapiernas.
Comentarios
Para los amantes de las aventuras. Desaconsejable en época de calor. Llevar agua en cantidad.
Hay una variante de entrada a la canal (también marcada, que investigamos pero no hicimos) 
con pasos de II grado.




Track (en Wikiloc, formato gpx):
http://es.wikiloc.com/wikiloc/spatialArtifacts.do?event=setSearchScope&scope=own#

Domingo 15 de Mayo. Tras una noche de insomnio la alarma del móvil nos despierta cuando, por fin, habíamos logrado conciliar el sueño. Son las cuatro de la madrugada. Necesitamos un cuarto de hora para vencer la tentación de enviar la excursión a la porra y seguir durmiendo. Una hora mas tarde, con unos caretos mas propios del mundo de los muertos que del de los vivos, nos montamos en el coche y partimos rumbo a Tortosa. La lluvia nos acompaña hasta mas allá de Tarragona. Después el tiempo mejora a medida que vamos al sur. En la rotonda que hay en la entrada de Tortosa (C42) cogemos la carretera que sale a la izquierda (O-NO). Cruzamos el Ebro, dejamos a la derecha un desvío que lleva a Roquetas (C12), atravesamos un pueblo (Raval de Cristo) y llegamos a la TV3421. Continuamos por la misma a la izquierda (SO), hasta encontrar a la derecha (aprox Km 26.5) el desvío que lleva a Les Parellades y la Caramella. Esta nueva carretera (Camí del Port) es estrecha y entre campos de olivos nos dirige (O) a la vertiente SE del Massís de Port, donde distinguimos las antenas del Mont Caro. Tras cruzar el canal Xerta-Calig, dejamos dos desvíos a la derecha  (uno de ellos lleva a la Caramella) antes de tomar la pista de Covalta. Se acabó el asfalto. Pasamos un puente (poco antes hay otro ramal que sale a la derecha) y seguimos por la pista, estrecha y pedregosa, pero sin problemas si el vehículo es alto. Por desgracia  nuestro Ibiza no lo es y cada dos por tres toca de bajos. No tenemos mas remedio que dejarlo bastante antes de lo esperado.

El día es espléndido. Sin nubes, algo fresco... Por lo menos hemos acertado en hacer caso a la meteo. Nos ponernos en marcha (7.30 h, 205 m). Una agradable caminata por la pista (casi sin subir, primero SO, después O) entre campos de olivos centenarios, nos lleva en 1.5 Km hasta una bonita explanada herbosa donde teníamos previsto llegar con el coche (7.48 h, 213 m). Seguimos por la pista, que ahora empeora y baja al barranco de Covalta. Continuamos unos metros por el lecho de gravilla del torrente antes de tomar un camino que sale a la izquierda. La senda, señalizada con marcas rojas, remonta el barranco (O) por su orilla derecha (orográfica) y en buena parte de su recorrido tiene una fea tubería de plástico negro. No tardamos en dejar a la izquierda un desvío donde se inicia el camino de Desferracavalls (8.00 h, 233 m). Por el mismo puede subirse al Mont Caro, y también a la Mola del Moro y otros montes de la zona, sin mas problemas que la distancia y el desnivel a salvar. Dos carteles del Departament de Medi Ambient advierten de la existencia de reses bravas ¿Toros por aquí? Si no fuera porque los avisos son oficiales pensaríamos que son una broma. Por si acaso Encarna, que lleva la camiseta y la mochila rojas, me pide que vaya delante…

El frescor mañanero, y la suavidad del camino, nos hacen ir a buen ritmo pero sin correr. El entorno, tan bonito como solitario, va ganando espectacularidad. Empezamos a percibir la sensación de terreno salvaje que caracterizará toda la excursión. Al fondo del barranco se alza la Mola del Moro y su imponente muralla SE. Iluminada por los primeros rayos de sol, ofrece una imagen detallada de su complicada estructura de paredes, repisas y canales, ideal para detenerse y, con la guía en la mano, estudiar el itinerario. Pero no lo hacemos (como está marcado no nos parece necesario).

El croar de un ejército de ranas anuncia la proximidad de  las pequeñas pozas situadas en la confluencia de los barrancos de Anglesoles, a la izquierda, y de la Geganta, a la derecha. El camino va un rato por el fondo del torrente y  vuelve a la orilla derecha (orográfica) justo antes de la zona de balsas naturales de donde proviene la manguera (8.11 h, 248 m, hay una llave de paso que permite coger agua). Continuamos por el barranco de Anglesoles, que pronto cruzamos para cambiar de orilla. Empieza la subida (8.14 h, 265 m).

Un par de lazadas nos llevan a un cruce de caminos. Una pintada en la roca informa de que por la derecha (NE) se va al rincón d’Aiguadozella (8.13 h, 301 m). Nosotros continuamos por el otro ramal, hacie el Pla de Xaco. La senda flanquea en ascenso una ladera (O) con restos de antiguos cultivos de oliveras y se hace perdedora llegando a un llano del barranco situado al pie de la Mola del Moro  (8.30 h, 342 m). Si bajar al mismo, buscamos las marcas rojas a la derecha (N). Las encontramos en medio de una vegetación de aliagas y otras matas pinchosas (las ruinas de una barraca situada unos metros mas abajo son una buena referencia) que cubren un antiguo camino. Este sube en cómodas lazadas (N) y , tras un último tramo horizontal, nos lleva hasta las ruinas del Mas de Xaco (8.44 h, 404 m).

Hacemos un breve alto junto a lo que queda de casa. Inspeccionamos el pozo y vemos que tiene agua que, usando pastillas potabilizadoras, podría ser bebible. El Mas se encuentra en una zona boscosa ligeramente inclinada (Pla de Xaco) llena de antiguos márgenes de piedra, que ahora están medio ocultos por la vegetación. Las marcas rojas siguen a la izquierda de  la casa, indicando una senda poco clara. Salimos del bosque y entramos en una ladera de piedras, pinchos y otros arbustos mas o menos desagradables que finaliza, unas decenas de metros mas arriba, en los farallones y canales de la cara SE de la Mola del Moro. La senda continúa, cada vez mas escuálida, hasta que desaparece. De las marcas hace rato que no sabemos nada. Deberíamos recular hasta la última baliza. Pero, sin saber porque, estamos convencidos de debemos seguir ir subiendo por la ladera ligeramente en diagonal a la derecha (N). Y así lo hacemos…

De haber vuelto atrás habríamos recuperado las marcas rojas. Siguiéndolas con cuidado, habríamos continuado por una senda que sube directamente (NO) en busca de una empinada canal que queda cerrada por paredes unos 150 metros más arriba. Una veintena de metros antes  la senda se bifurca (546 m, ¡atención!, no hay ninguna marca que lo indique). A la derecha (NE) sale una nueva senda muy poco marcada que alcanza un colladito situado pocos metros más arriba. Si se sigue recto (aquí sí que hay balizas rojas) se llega por terreno incómodo hasta la base de la pared (566 m). Entonces se gira a la derecha y, tras un paso tonto de trepada, y un tramo breve pero muy salvaje (en el que uno debe abrirse paso en plan “jabalí del desierto” por un bosque de palmeras que pinchan y cortan como cabronas) se llega al inicio de una canal estrecha que presenta  varios escalones verticales. La  superación de esta canal (un “pujador de cabres” según la guía) comporta pasos de trepada de II grado y conduce, más arriba, a la canal por donde va la vía normal. Pero todo esto lo sabremos más tarde. Por el momento aún estamos abajo, dedicados a cruzar en diagonal la ladera de marras en busca de un camino que, como tal, nunca aparecerá…

Dice el refrán que “quien la sigue la consigue”.  Tras un buen rato de flanqueo sorteando pinchos, en el que los juramentos más pérfidos rompen el tranquilo silencio de la montaña, se produce el milagro. A la derecha, a un centenar de metros de distancia en línea recta, vemos una brecha característica entre un paredón (izquierda) y una aguja rocosa muy característica (derecha). En la parte baja de esta última hay una marca roja. ¡Bravo! Cuando poco después alcanzamos la brecha (9.06 h, 464 m) nuestro ego sube como la espuma y respiramos aliviados. En la pared hay pintadas una flecha y la frase “A la Mola del Moro”. “Más claro el agua”, decimos convencidos de que la vía de subida está expedita. Pero nos equivocamos…

De la brecha sale (NO) una especie de huella de paso que enseguida se pierde entre los bojes. A base de empujar nos abrimos paso entre los mismos hasta que la senda, algo más clara, vuelve a ser visible y nos lleva hasta un barranco, donde hay un bonito y enorme orificio en la roca a la derecha y un gran desplome rojizo a la izquierda. En la pared de este último vemos una nueva marca (9.12 h, 489). ¿Y ahora por dónde? Por eliminación más que por lógica, vamos hasta el final del desplome. Una corta canal rocosa y resbaladiza permite salir del mismo y alcanzar una ladera con la vegetación de siempre. Subimos por la misma (SE), aprovechando huellas de paso de animales que van más o menos cerca del cortado. Una nueva marca roja, junto a una senda más clara, nos anima a seguir subiendo sin cambiar la dirección. Al no haber estudiado la vertiente durante la aproximación, no identificamos la canal larga y muy marcada que sale algo más arriba y un centenar de metros a la derecha, por donde va la ruta “normal” (por decirle de algún modo). Así que continuamos subiendo hasta alcanzar un pequeño collado. Nos mosquea no ver ninguna marca, pero seguimos adelante, siempre al sur. Un flanqueo algo colgado con un breve y fácil tramo de trepada. Una nueva subidita. Más flanqueos. Finalmente llegamos al colladito situado a la derecha (NE) de la canal por donde va la senda que viene directa del Pla de Xaco, del que hablamos anteriormente. Vemos las marcas rojas y pensamos que son de nuestra ruta. Nuevo error… El sol aprieta, el estómago protesta, hay buenas vistas…Nos detenemos a desayunar (9.30 h, 554 m).

Durante la parada estudiamos la reseña de la guía. Sin acabarlo de entender (aún no sabemos nada de la senda que sube recto desde el Pla de Xaco) llegamos a la conclusión (totalmente correcta) de que las marcas que vemos indican la variante directa de la ruta.  También pensamos que la vía normal debe ir por una especie de senda que sale al norte del colladito donde nos encontramos. Por debajo de una pared, sube en diagonal a otro colladito cercano. Después no vemos por donde va. Suponemos que sigue flanqueando en busca de la canal de subida. Lo único que no cuadra es la ausencia de hitos o marcas de pintura.

Tras veinticinco minutos de descanso (9.55 h), reanudamos la marcha con la intención de probar la variante directa . Veintiún minutos mas tarde (10.16 h) volvemos a encontrarnos en el colladito. La vegetación nos ha machacado de lo lindo (tenemos un montón de cortes y pinchos clavados en manos y piernas). Además, al estar mas solos que la una e ir sin cuerda, la trepada de la canal no nos ha convencido, no por dificultad en subir, sino por los problemas que podría plantearnos en caso de haber de tirar atrás. Lo positivo del intento  es que hemos descubierto de donde provienen la senda y las marcas rojas. Esto da credibilidad a la otra senda, que debería llevar a la famosa (y hasta ahora misteriosa) canal por donde sube la vía “normal”. Así que, tras un breve alto, nos metemos en la misma esperando que, esta vez sí, resolvamos el acertijo.

La sospecha de que la ausencia de marcas era un mal augurio no tarda en confirmarse. Llegados al nuevo colladito, el camino se pierde en una especie de ladera repisa llena de arbustos. Con algún problema continuamos por la misma para inspeccionar una canal que hay mas adelante. Imposible subir por ahí sin escalar. Vuelta atrás. A las 10.36 h nos encontramos de nuevo en el colladito de marras. El sol aprieta. Hace rato que el ambiente fresco dejó paso a un calor que va en aumento.  Por encima nuestro, bastante cercanos, planean un par de buitres. En un muro cercano un grupo de cabras nos observa con curiosidad. Cunde el desánimo y se nos apodera una sensación mezcla de cansancio y hastío.Sin entender cómo ni por qué, nos sentimos derrotados. Decidimos retirarnos…

Hablamos sobre que vía de bajada hemos de tomar. Curiosamente, sin ningún motivo de peso, rechazamos la directa y optamos por volver por donde vinimos. Por primera vez en lo que va de día, tomamos la decisión correcta.

Bajando en dirección al desplome, intuimos a la izquierda la existencia de una canal que podría ser la buena. Decidimos investigar. Unas trazas de senda nos permiten aproximarnos con bastante comodidad. Y encontramos un par de marcas…¡Collons! Llegados al pie de la canal (10.46 h, 543 m) no vemos senda alguna que suba por la misma, pero sí un hito clarísimo situado una treintena de metros mas arriba. Todo indica que por aquí va la via “normal”. Con la intención de confirmarlo, mas que de seguir hacia arriba (a estas alturas ya no nos planteamos la posibilidad de hacer cima), empezamos a subir mas o menos directamente. Pero pronto los pinchos nos ganan la partida y hemos de echar marcha atrás. Tiene que haber un modo mas “normal” de acceder a la canal. ¿Pero por dónde? Volvemos hasta la última marca roja y entonces lo vemos. Una senda poco evidente que   se nos había pasado, flanquea en subida bajo la pared y nos lleva al hito que vimos en la canal (10.57 h, 561 m). Mas arriba no hay una senda clara pero se puede ir haciendo. Vemos otro hito y una marca roja. Por fin estamos seguros de que nos encontramos en la ruta correcta…

Después de lo que hemos pasado, no hablamos de retirarnos ni de intentar hacer cima. Simplemente vamos subiendo. La tensión se libera y nos sentimos muy cansados. Las piernas pesan como plomos. Subimos en silencio, muy poco a poco, deteniéndonos cada dos por tres. La canal es larga. De cuando en cuando encontramos trazas de una huella de paso. También hitos, y marcas rojas. Algún sencillo paso de trepada. Varias zonas de piedra suelta. Demasiados arbustos pinchosos. Apenas sombras. Calor, mucho calor…

En la parte alta la canal gira a la izquierda (S). Por encima nos dominan enormes paredones llenos de huecos donde se ponen los buitres. El ambiente es salvaje, grandioso. La sensación de absoluta soledad. Un tramo herboso y un breve paso rocoso nos llevan a una cresta que seguimos brevemente hasta un collado (11.28 h, 695 m). Nos sentimos físicamente jodidos pero anímicamente contentos. Y es que todo va mucho mejor de lo que nos pensábamos hace un rato... Necesitamos comer y beber. Recuperar fuerzas. Subir la moral de cara a un objetivo que empieza a parecernos asequible. Nos tumbamos en el suelo y buscamos dentro de la mochila…

La parada tiene un efecto terapéutico y nos rehace física y psíquicamente. Durante la misma nos distrae un grupo de cabras que suben y bajan por un muro como Pedro por su casa. Bueno, de hecho es su casa… Después se tumban en una pequeña repisa y nos observan con descaro y suficiencia. Hasta diríamos que se sonríen. Menudos bichos… Los buitres también nos rondan. En fin, que no estamos solos…

Tras media hora de descanso reemprendemos la ascensión (11.58 h). En adelante la senda (por decirle de algún modo) aparece y desaparece, confundiéndose cada dos por tres con huellas de paso de animales que no llevan a ninguna parte. Es importante no perder las marcas rojas (hay las justas y necesarias). La primera de las mismas está en una roca situada en una pequeña brecha que alcanzamos remontando en diagonal (S) una ladera de pinchos y pedrera. Después, una travesía por una repisa colgada nos deja en una pendiente menos empinada. En contra de lo que parece, se ha de seguir  recto arriba y alcanzar el pie de una canal rocosa bastante tiesa y estrecha, cuyo eje está tomado por las palmeras. Para entrar hay un paso de trepada algo tonto y con truco. Sigue un breve tramo pedregoso donde es casi imposible que el que va delante no tire regalos a los de atrás. La parte final es a escoger entre una placa rocosa con tierrecilla (II grado, bastante guarro) o ir por el eje de la canal cogiéndose a las palmeras (pinchazos y cortes asegurados). Nos repartimos ambas suertes, y no sabríamos decir cuál es la mejor...Un flanqueo ascendente a la izquierda, coronado por un breve paso rocoso lateral, nos lleva a una nueva brecha, donde finaliza una sección que nos ha parecido sublime (12.15 h, 730 m).

En adelante la ascensión cambia de carácter. Dejamos atrás las repisas, canales y cortados, para continuar  en diagonal (tendencia al NO) por una ladera salpicada de rocas y pequeños muros. En unos diez minutos atravesamos un espolón (12.25 h, 770 m) que da la entrada a una gran faja curvada situada bajo las paredes que sostienen la cima de la Mola del Moro. Al fondo, lejanas y muy arriba, asoman las antenas de la cima del Mont Caro.

Continuamos por la senda (ahora mas clara) que junto con las marcas rojas, nos llevan, con breves subidas y bajadas, a lo largo de la faja. Antes de bajar en busca del final de la misma,  subimos unos metros para alcanzar una ancha brecha de piso inclinado, situada a la derecha de una aguja rocosa ancha y característica (12.43 h, 817). Al otro lado, volvemos a subir en diagonal por un terreno mas complejo que el anterior, hasta alcanzar una cresta rocosa que domina un barranco grande y profundo. La seguimos (N) y enseguida salimos a una pendiente herbosa, que contrasta fuertemente con el paisaje árido por el que hasta ahora nos hemos movido (13.00 h, 891 m). Queda poco…

La lógica dice que hemos de flanquear a la derecha (SE), casi sin subir, en busca de los muros rocosos que defienden lo que suponemos es la cumbre de la Mola. Pero las marcas rojas van pendiente arriba (N). Después de todo lo pasado, no nos atrevemos a contradecir a las balizas. La laderita es mas larga e inclinada de lo que parece desde abajo. Durante unos pocos minutos, el esfuerzo, regular y continuado, machaca unas piernas que ya no están para muchos trotes. Cuando alcanzamos un precioso pino que hay en el cordal suspiramos aliviados (13.06 h, 925 m). Se hace evidente lo que imaginábamos. Hemos de bajar (E) casi todo lo que hemos subido en los últimos 5 minutos para situarnos al pie de una elevación rocosa que hay antes de la enorme corona rocosa de la Mola del Moro. Paciencia…

No tardamos en llegar al collado que hay el pie de la elevación rocosa (13.10 h, 900 m). Un pequeño indicador con forma de cruz clavado sobre una piedra dice que este lugar es una encrucijada de caminos. Por el NO se va a las Bassis de Caro. Por el sur al Barranco de Covalta (nuestra ruta). Por el NE a la Mola Castellona (una enhiesta montaña que vemos al otro lado del barranco). Y por el este a la Mola del Moro, nuestro objetivo. Ahí que vamos…

La senda salva por la derecha los muros de la elevación rocosa y nos lleva a lo alto de la misma. Sin  detenernos bajamos suavemente hasta un collado terroso situado al pie del único lugar que permite salvar la pared de la Mola del Moro (13.15 h, 915 m). El paso, de unos 8 metros de alto, tiene dos partes. Primero un tramo muy vertical pero con buenos agarres hasta una repisa estrecha. Después un diedro-repisa oblicuo a la izquierda mas tumbado,  pero también mas fino y colgado, que sale a la meseta cimera. Dejamos las mochilas y los bastones al pie y afrontamos la trepada. No es difícil (II) pero si algo expuesta. Una vez arriba sólo nos queda caminar una cincuentena de metros por la llanura pelada de la cumbre para alcanzar el hito de la cima (13.22 h, 936 m).

Sentimos alegría y alivio. No satisfacción. Mirándolo con objetividad, ni el desnivel, ni la dificultad de la ruta han sido nada del otro mundo. Entonces, ¿por qué nos ha costado tanto? Nos inunda un cansancio latente que intentamos reprimir. Sonreímos e intentamos animarnos mientras contemplamos el extraordinario paisaje que nos rodea. Barrancos, paredes, repisas colgadas cubiertas de pedreras, arbustos y bosques… Una orografía salvaje y complicada que desconocemos por completo. Vamos hasta el borde sur de la meseta. Muy abajo vemos el barranco de Covalta. Mas lejos, una inmensa llanura que finaliza en el mar. Volvemos a la cima, nos hacemos la foto de rigor y nos vamos para abajo (13.37 h).

Tras recoger las mochilas nos trasladamos a unas rocas cercanas donde nos detenemos a comer algo, estudiar el mapa y decidir lo que vamos a hacer. Continuar hacia la cima del Caro nos parece una empresa colosal y queda descartado no sólo por hoy, sino también en el futuro. Podríamos ir al NE hasta las inmediaciones de la Mola Castellona y bajar por el barranco de la Caramella o por el de la Garrofera. También podríamos ir al NO en busca del camino de Desferracavalls, que baja al barranco de Covalta. Todas estas posibilidades representan realizar un recorrido circular, algo que siempre preferimos. También suponen varias horas de caminar subiendo y bajando por sendas que no conocemos, que en el mapa salen marcadas con el mismo tipo de trazo que la que hemos seguido para llegar hasta aquí. En otras circunstancias sería un reto atractivo y no dudaríamos en afrontarlo. Pero no nos sentimos con fuerzas ni ánimos. Por hoy ya hemos tenido bastante. Volveremos por donde hemos venido, que no es moco de pavo. A las 14.00 h iniciamos el descenso…

La vuelta es lenta y precavida. Dosificamos las fuerzas que nos quedan, intentamos no errar la ruta, ni dar un paso de mas. El sol cae a plomo. No hay viento. Dios que calor… Las cabras y los buitres vuelven a visitarnos. Parece que nos den ánimos...  A 15.45 h llegamos al Mas de Xaco.  A las 16.10 h pasamos junto a las pequeñas pozas de la confluencia de los barrancos de Anglesoles y la Geganta. Estamos acalorados y nos acercamos a las mismas para darnos un descanso. ¡Que placer! Sombra, agua fresca…Nos relajamos observando las ranas y los renacuajos. Nos cuesta dejar este pequeño oasis, pero hemos de partir (16. 40 h). Lo que falta no tiene problema, pero se nos hace largo y pesado. Finalmente llegamos al coche (17.20 h).

Hacía tiempo que una salida no nos machacaba tanto. Encarna comenta que ha llegado a añorar las diabluras del Garraf. Yo no sé qué he añorado…El desgaste físico y anímico de las enmierdadas iniciales y, sobre todo, decidir continuar cuando estábamos muy  tocados, nos han pasado factura. Hemos hecho la cima pero no la hemos disfrutado demasiado. La parte positiva ha sido conocer esta zona del Massís de Port de cara a una futura repetición de la ruta cerrando una circular. Será un agradable placer saludar a los buitres y devolverles la sonrisa a las cabras…


La ruta en imágenes
(Para ver como presentación -mas calidad- pulsar en la foto y después el botón "pantalla completa")

EniEn - Mayo 2011

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