Rutas e historias de montaña mas o menos normales, y alguna cosa mas…

martes, 26 de abril de 2011

EL PICO DEL OSO

Para nosotros el Pic d’Aret siempre será el Pico del Oso… Cuando en verano del 2008 subimos al Lostou, quedamos prendados por la estampa de esta enorme montaña, cuya vertiente oriental se desploma vertical sobre el valle de Riomajou. Tres años mas tarde hemos podido alcanzar su cima solitaria. La ascensión, aun con nieve, ha sido dura, sencilla y bonita. Pero lo que mas recordaremos de esta salida no será el ambiente de extrema soledad del valle de Lassas, ni la inesperada llegada a la cima…Lo que perdurará en nuestra memoria ocurrió el día anterior, cuando durante unos pocos segundos, tuvimos la gran suerte de ver un oso en las proximidades del lugar donde se empieza la ascensión…

PIC D’ARET  

Fecha
Viernes y sábado, 15 y 16 de Abril 2011
Asistentes
Encarna,Enric
Zona
Francia. Hautes Pyrénées. Valle de Riomajou
Inicio ruta
Pista d’Artigues. Rellano herboso situado unos 300 metros antes del inicio del camino del valle
de Lassas.
Final ruta
Recorrido
Pista d’Artigues-Inicio (barrera) camino valle de Lassas- Barrera- Primer rellano (cruce río)-Pas
de Sarroues -Segundo rellano- Rellano con piedra con vivaque-Canal subida Col de Sarroues-
Col de Sarroues- Cresta SO Picd’Aret- Picd’Aret- Retorno por el mismo itinerario
Noche
Sí. Dormimos en el coche, en el rellano herboso de la pista d’Artigues
Material
Invernal. Crampones y piolet. No utilizamos las raquetas
Dificultad
Técnica
Fácil. Corta trepada final (I).  Pendientes nieve 30º max
Física
Muy Alta. Desnivel 
importante
Cota (m)
Mínima
1275 (pista)
Máxima
2939 (Picd’Aret)
Desnivel (m)
Ascenso
1710
Descenso
1710
Distancia
14.1 Km
Horario
Total
9 h 40 min
Efectivo
7 h 50 min
Climatología
Buen tiempo. Ambiente fresco pero no frío. Nieblas en la cresta y en la cima.
Cartografía
"Néouvielle.Vallée d'Aure", 1:25000, Carte Randonnée 1748 ET, IGN,
Bibliografía
"50 montañasdel Pirineo",Itin.27, David Atela, Ed.Desnivel, (2007)
Valoración
Preciosa, solitaria y muy recomendable ascensión a una montaña poco conocida. Sin mas
problemas que el desnivel  y una fácil y breve trepada Buena forma física.
Comentarios
El valle de Lassas es complejo. Sin el camino, su acceso sería difícil y comprometido. 
Desaconsejable en invierno (aludes, zonas rocosas, travesías empinadas y  expuestas).
Con buena visibilidad (no fue nuestro caso) las vistas desde la cima han de ser preciosas.
La salida estuvo marcada por la presencia de un oso que vimos brevemente en las 
proximidades del lugar donde dormimos

RELATO

Viernes 15 de Abril. Aprovechando que este fin de semana los amigos del CEM van al Lostou, hemos montado una salida paralela al pic d’Aret. La idea es hacer la ascensión el sábado y después encontrarnos todos en Laspaules para cenar, ver el Madrid-Barça y pasar la noche. Como que el viaje es largo, y además empieza la Semana Santa, salgo antes de trabajar. Pasadas las 16.00 h nos ponemos en carretera. Hay menos tráfico del esperado y los kilómetros pasan con rapidez. Con la única incidencia de un cuarto de hora de espera para pasar el túnel de Bielsa (que como siempre está en obras) llegamos al pequeño pueblo francés de Tramezaigues. Continuamos por la estrecha carretera que recorre el valle de Riomajou. Al cabo algo menos de 3 Km encontramos a la derecha una pista en buen estado (Pista d’Artigues) que, tras una doble curva inicial, asciende suavemente por el bosque, primero al NO y después al O, rodeando la falda de la montaña. Queremos aprovechar los minutos que quedan de luz para llegar con el coche al inicio del camino del valle de Lassas. Después encontrar en las cercanías un buen lugar para  dormir en el coche.

El Pic d'Aret visto desde la subida al Lostou (Foto Africa Cano)

Tras recorrer mas de 2.5 Km la pista es casi horizontal. La luz empieza a mermar, pero aun se puede ir sin luces. Vemos a la derecha un rellano herboso ideal para pasar la noche. Poco después hay una casa situada en el extremo de un prado. En el lado opuesto del mismo hay un bulto oscuro que, al advertir la llegada del coche, empieza a correr hacia el bosque. Es un animal grande, cubierto de pelo oscuro, con anchas patas y lomo redondeado, que se mueve de forma rápida pero pesada. Necesitamos unos instantes para procesar la información y darnos cuenta de que es…¡Un oso!. Detengo el coche. Pero el plantígrado ya ha desaparecido entre los árboles. Han sido pocos segundos de una visión que estoy seguro de que tardará en borrarse de la memoria.
El encuentro con el oso nos deja descolocados. Casi sin darnos cuenta llegamos al lugar donde sale a la izquierda (S) una pista cerrada con una barrera. Aquí empieza el camino del valle de Lassas, que habremos de seguir mañana. Damos media vuelta y volvemos (unos 300 m) hasta el rellano herboso donde aparcamos. El día muere. Preparamos el interior del coche para pasar la noche. Montamos la mesa y las sillas para cenar. Estamos solos. Rodeados de oscuridad y pequeños ruidos. Cada uno pugna con sus pensamientos. Yo me siento feliz y afortunado por haber cumplido un deseo de hace muchos años. Encarna no puede sacarse de la cabeza que en los alrededores anda un oso suelto, y tal vez hambriento, que seguro está oliendo nuestra tortilla de patatas y calabacín… A las 22.30 h nos vamos a dormir. Dentro del coche nos sentimos seguros. Pero por si acaso cuidamos de que fuera no se quede la bolsa de la basura, ni restos de comida que pudieran atraer a nuestro peludo vecino…
 
Sábado 16 de Abril. La alarma del móvil nos despierta a las 4.00 h.  Queremos levantarnos, pero no podemos…Y nos dormimos…Me despierto y miro el reloj. ¡Mierda! Son las 5.15 h y queríamos empezar a caminar a las 5.00 h… Zafarrancho general. Media hora mas tarde las mochilas están listas y el coche recogido. En el hornillo se calienta medio litro de agua para café con leche que acompañamos con galletas y magdalenas. Y de postre un plátano, para que no nos falte el potasio. Aun es de noche y en el cielo brillan las estrellas. El ambiente es fresco pero no frío. Parece que esta vez la meteo ha acertado y saldrá un buen día.  A las 6.10 h empezamos a caminar (1275 m).
Dejamos atrás el coche y seguimos por la pista en suave ascenso. Encarna no se olvida del oso y está tensa. Yo estoy seguro de que el animal está a buen recaudo y no tiene ningún interés en conocernos. En tres minutos encontramos a la izquierda (S) una barrera de color blanco (6.13 h, 1298 m). Impide el acceso motorizado a una pista que enseguida se bifurca. El ramal que sigue recto por el bosque, lleva a la canal de Cau du Pic. Esta sube directa hasta la cima del pico de Tramezaigues (2523 m), inicio de la larguísima cresta de Lassas que lleva a la cima del pic d’Aret, completando un recorrido raramente realizado. Nuestras pretensiones son mas convencionales. Así que tomamos el ramal de la derecha, que es el camino del valle de Lassas.
El terreno enseguida se endereza. Ponemos la reductora y nos cubrimos con la mitra de paciencia. Caminamos entre árboles. A la derecha la ladera baja tiesa hasta el torrente de Lassas, que oimos pero no vemos. La subida es durísima y aun estamos fríos. Sería un error apretar el paso. Las piernas tiran tanto que casi nos olvidamos del oso. Por suerte este tramo es corto. En algo mas de un cuarto de hora el camino se allana y llegamos a una barrera-puerta (6.30 h, 1427 m).
Dejamos atrás la barrera y con ella el bosque. Entramos en una vertiente de rocas, arbustos y algún árbol, que en invierno debe ser pasto de los aludes. La senda se estrecha y vuelve a subir, pero lo hace de forma mas llevadera. Amanece. A nuestra derecha distinguimos el cauce del torrente bastante cerca. El frescor mañanero nos ayuda a llevar un ritmo lento y constante. Entramos en un primer rellano del valle. Esta dominado por un enorme resalte por el que se descuelgan algunas cascadas. ¡Dios mío, lo que nos queda…!
La senda desaparece bajo los restos de un gran alud que ocupa el fondo del rellano y cubre el torrente en su zona inferior. Aprovechamos este puente natural de nieve sucia y terrosa, para cruzar el cauce y cambiar de lado (7.00 h, 1615 h). Recuperamos el camino junto los restos de una antigua cabaña de pastores. La senda, estrecha pero clara, continua ascendiendo en diagonal en busca de una zona de canales muy empinadas, que remonta con algún corto tramo rocoso. Entramos en el paso de Sarroures (7.27 h, 1826 m).
El camino está muy bien trazado. Con suma habilidad esquiva algún nevero y aprovecha los puntos débiles del terreno para salvar las bandas rocosas. Mas arriba, inicia un flanqueo ascendente por laderas de hierba colgadas sobre cortados, que nos aleja de la zona mas abrupta (7.34 h, 1870 m). Pasar por aquí en invierno debe ser una ruleta rusa. O se te va nieve por donde pisas, o te cae un alud desde arriba. Extremadamente peligroso. Esto nos lleva a pensar que posiblemente hace poco (1 o 2 semanas) esta ruta aún nos era practicable.
Dejamos atrás el primer resalte del valle y alcanzamos un nuevo rellano cerrado por un nuevo escalón, menos importante que el anterior. Aquí también hay un enorme amontonamiento de nieve procedente de varios aludes (8.00 h, 2010 m). El espectáculo es impresionante y confirma la peligrosidad de este valle en época invernal. La senda desaparece bajo el alud. Hacemos un breve alto para estudiar la continuación de la ruta. Al igual que antes, este resalte también debe salvarse por la derecha. Pero no vemos ningún camino…
Subimos en diagonal a la derecha, en busca del primero de los distintos neveros que bajan de la ladera del valle. Llegados al mismo, ascendemos directamente al oeste sin entrar en la nieve, que está muy dura. Una corta travesía sobre la parte alta del nevero (que la existencia de piedras permite hacer sin crampones) nos deja en una zona de tierra y placas rocosas. Subimos penosamente por la misma y ¡premio!, reencontramos la senda (8.18 h, 2091 m).
 
Una vez mas, el camino nos lleva valle arriba (S) por laderas de hierba empinadas y expuestas. Dejamos atrás el resalte. Haciendo equilibrios sobre la nieve dura cruzamos dos breves canales. Llegamos a una tercera. Es mas ancha, empinada y se precipita sobre unos cortados. Se acabó el hacer de acróbatas. Nos calzamos los crampones (8.40 h, 2180 m). Con los pinchos en los pies la situación cambia. Ahora buscamos la nieve e intentamos no pasar por tierra o hierba. Pero el manto nival no es continuo y hemos de alternar las dos superficies. Finalmente llegamos a un rellano donde hay una gran piedra con un  vivac (9.01 h, 2280 m). Sin prisas pero sin pausas, en 2h 45min hemos subido 1000 metros. No nos sentimos especialmente cansados, pero no hay que cantar victoria. Que aún nos quedan cerca de 700 metros de desnivel…

La ascensión cambia de carácter. El valle se ensancha. No hay mas resaltes. La manto blanco se adueña del paisaje. El sol aún no alcanza el fondo del valle y la nieve se mantiene bien dura. Una vez mas pasearemos las raquetas que llevamos sujetas en la mochila. Caminamos por el centro del valle, siempre al sur, siguiendo el trazado del torrente que oímos correr por debajo nuestro. La subida es suave, tranquila, disfrutona. De cuando en cuando, una rampa helada mas derecha nos recuerda donde estamos. Al fondo del valle (S)) surge la pirámide del Pic de Sarroues. La sensación de soledad (sin contar con nuestro amigo el oso) que nos acompaña desde ayer por la noche, se hace mas intensa. Nieve virgen. Ausencia total de algo que revele el paso de personas. Sólo algunas huellas de animales. Menuda gozada…
 
 
A las 9.25 h llegamos al pie de un escalón tras el que se encuentra el lago de Sarroues (2414 m). Dejamos de ir al sur para remontar a la izquierda (SE)  una canal. La nieve sigue dura. Subimos  rápida y cómodamente. Por fin nos da el sol. Tras ganar algo mas de 150 metros de altura el terreno se allana y salimos a una especie de cubeta. Delante (SE) el collado de Sarroures se presenta defendido por una corta pero fuerte pala. A la izquierda del mismo (NE) sale una cresta pedreras y algo de nieve, que finaliza en la pirámide rocosa final del pic d’Aret. Casi sin subir, flanqueamos en busca de un espolón rocoso situado a la derecha de la cubeta y al pie de la abrupta cara N del pico de Sarroues. Llegados a las rocas nos detenemos (10.04 h, 2624 m). Hemos de comer, hidratarnos y relajar algo las piernas antes de acometer la última parte de la ascensión. Un banco de nubes  surge por detrás del pic d’Aret. Se apodera de una porción del cielo y cubre intermitente la cima y parte de la cresta. Vuelve la sombra. También el frío, y las dudas…
 
 
Tras 20 minutos de descanso reemprendemos la ascensión (10.24 h). Como que volveremos aquí, dejamos las raquetas y parte de los trastos. No sabemos si seguir la ruta de la reseña (subir al collado y seguir por la cresta) o remontar la pala de nieve que tenemos delante para alcanzar la arista a media altura. Esta última opción se ve bien y nos evitaría sacar y poner crampones. Pero yendo solos preferimos ir a lo seguro. Así que nos dirigimos al collado de Sarroues, que alcanzamos en pocos minutos (10.33 h, 2690 m). Al otro lado aparece el profundo valle de Riomajou. Mas allá del mismo, aun con bastate nieve, vemos el tricéfalo Cullfreda y la cresta que lo une al pico Lostou, donde no hay ni una nube y luce el sol. Bastante mas lejos, distinguimos el Bachimalay el Posets. Conscientes de que mas arriba no habrá visibilidad, contemplamos estos paisajes con detenimiento y hacemos algunas fotografías. Nos sacamos los crampones e iniciamos el ascenso a la cima.
 
 
 
  
En verano la cresta SO del pic d’Aret debe ser en un empinado pedregal. Hoy también lo es, pero con las piedras cubiertas de una finísima capa de hielo que resbala como un demonio, y algunos neveros que obligatoriamente hay que cruzar. Poco a poco, afianzando los pies a cada paso, ganamos metros por este enorme y triturado tobogán. La niebla, que va y viene, nos rodea y da al entorno un aire fantasmagórico. La subida es sencilla, pero no nos fiamos. Tras superar el primer centenar de metros de desnivel, encontramos los primeros neveros. Nos ponemos los crampones. Con ellos las travesías por la nieve dura sonmas tranquilas y, aunque se va algo incómodo, no patinamos sobre las rocas. Chino chano vamos subiendo, siempre cerca del filo de la cresta. La pendiente, de unos 30º, regular y sostenida, y los importantes precipicios que hay a la derecha, hacen que al mirar atrás la imagen sea espectacular y vertiginosa.  A las 11.22 h llegamos al pie de la pirámide rocosa final (2900 m). Dejamos los bastones e iniciamos la sección de trepada.
 
  
Fácil (I) pero delicada, debido a la poca solidez del terreno y por ir con crampones. Así encontramos la trepada. Sin grandes complicaciones remontamos las rocas heladas de la cresta. Cuando la arista se afina, unas repisas situadas a la derecha (SE) nos permiten subir casi caminando. De cuando en cuando, un claro entre la niebla nos deja entrever el importante abismo que se abre a nuestros pies. 
 
 
Llegamos a una repisa donde parece finalizar la cresta. Por encima nos barra el paso una empinada rampa de nieve dura con acanaladuras (las forma el viento) de unos 8 metros de alto. Esta claro que es una cornisa y no nos gusta. Por la izquierda baja un empinado corredor de nieve. Nada que hacer. La única posibilidad es seguir en horizont ala la derecha, por debajo de una cornisa, hasta un contrafuerte rocoso situado a unos 15 metros, y ver que hay después del mismo. Así lo hago, encontrándome con que la cornisa se agranda y anula cualquier vía hacia arriba. Vuelvo a la repisa. No se ve nada. Tememos que la niebla nos esconda algo que no sabemos. Sólo hay una solución. La rampa de nieve. Le pido a Encarna que espere y esté atenta. Saco el piolet y me meto en la pendiente helada. Los crampones entran poco pero bien. Enseguida toco el borde superior de la rampa con la punta del piolet. Se que estoy en la cresta de una cornisa y me elevo con cautela. Cuando los ojos rebasan el nivel del borde el corazón me da un vuelco. Delante, a tres metros escasos, veo el gran hito que corona la cima. Salgo de la nieve y respiro aliviado. Me giro hacia Encarna y, levantando los brazos, le digo que estamos arriba. Poco después los dos nos reunimos en la cumbre del Picd’Aret (11.35 h, 2939 m).
 
 
Es muy difícil explicar lo que pensamos y sentimos. Alegría. Satisfacción. Sorpresa por lo bien que han ido las cosas… La verdad es que esperábamos que la ascensión nos diera mas guerra en cuanto a dificultad técnica y, sobre todo, física. También lo es que en la repisa anterior a la cima, sin visibilidad y sin tener claro que hacer y por donde ir, vimos la cumbre perdida sin entender por que… Sea como sea, lo importante es que estamos aquí, solos y mas contentos que unas pascuas. Desgraciadamente la visibilidad es escasa y no podemos disfrutar de los estupendos paisajes de esta cumbre. Pero todo no se puede tener… 
 
 
El hito de la cima se encuentra en el extremo (S) de una cresta pedregosa, alargada y razonablemente ancha. A la izquierda laderas de nieve y pedreras. A la derecha, una cornisa de nieve (la misma bajo la que, hace unos minutos, me paseé buscando una salida) cuelga sobre el precipicio del valle de Riumajou. Durante unos 100 metros (la niebla no permite apreciar bien las cosas) la arista continua al NE, casi horizontal, hasta una punta de altura similar a la del punto donde nos encontramos. Después empieza a girar a la izquierda (N) para bajar a un collado (que adivinamos mas que vemos) en el que finaliza la cresta de Lassas. Sopla una suave brisa. No hace frío. Se está bastante bien. Nos preguntamos como les irá a los del CEM. Suponemos que bien ya que, por lo que vimos en el collado, en el Lostou el tiempo es radiante.  Tras permaner casi media hora en la cima, nos vamos para abajo (12.03 h). Bajamos por donde hemos subido. Sin prisas, sin pausas, sin problemas. Durante unos minutos la niebla se retira y podemos hacer algunas fotografías mínimamente decentes. 
 
 
 
Tras perder 150 metros de desnivel (12.25 h, 2783 m) dejamos la cresta para descender por una pendiente de nieve (la misma por la que nos planteamos subir). Es un acierto. En los primeros metros , la inclinación que ronda los 30º y los 200 metros largos de altura de la pala, dan algo de yuyu. Pero la nieve está estupenda y enseguida cogemos confianza. Un cuarto de hora mas tarde llegamos al lugar donde dejamos las raquetas y nos obsequiamos con una buena parada (12.36 h).
 
 
 
A las 13.18 h iniciamos un largo descenso que, con algunas pequeñas variantes, realizaremos por la ruta de subida. Las nubes se concentran en las crestas y un sol caliente y blanco se apodera del valle. Las nieve se transforma rápidamente. Llegando al rellano donde hay la piedra con el vivac, empezamos a hundimos mas de la cuenta. Pero como entonces empiezan los flanqueos, las raquetas continuan en la mochila.
 
 
 
 
 
Si subir 1700 metros de desnivel requiere su tiempo, bajarlos también tiene su historia. En parte por prudencia, en parte por necesidad, nos lo tomamos con calma. Con la nieve fofa, la travesía de las canales es una tarea poco tranquilizadora. Por el contrario, los tramos rocosos se hacen mejor. No faltan las anécdotas. Como cuando Encarna (que si gafas ve mas bien poco) confunde una hermosa víbora con una lombriz. Menudo susto se lleva la pobre (me refiero a Encarna)… Así, sin prisas, hablando, parando y haciendo fotografías de un paisaje que de subida no disfrutamos demasiado,  deshacemos el largo camino del valle de Lassas.
 
 
 
Ya muy abajo, cuando pasamos la puerta-barrera y entramos en el bosque, surge un elemento que estaba poco presente. El recuerdo del oso. Encarna mira con recelo por el bosque, como si esperara ver aparecer el animal de un momento a otro. Pero los únicos bichos que vemos son pájaros y alguna lagartija. El tramo final, cuando el camino se hace muy derecho, es una pequeña tortura para nuestras rodillas. Pero por eso de ir de bajada, pasa rápidamente. Antes de que las articulaciones digan no llegamos a la pista. Poco después estamos junto el coche (15.50 h).
 
 
 
El resto del día se reparte entre el viaje de vuelta a Laspaules, la espera de nuestros amigos del CEM (que eufóricos y cansados por su ascenso al Lostou, se presentan a las 21.30 h, justo cuando el partido acaba de empezar) y la preparación de una opulenta y bien regada cena, que nos zampamos entre los nueve que estamos en la mesa. Quedamos tan bien que hasta el empate del Barça nos parece un buen resultado. Finalmente, bien pasada la medianoche, nos vamos a dormir.
 
Ya en la cama se me ocurre que mañana domingo podríamos hacer una excursioncilla, mas que nada para favorecer la “recuperación activa”. Pero cuando al darme la vuelta tengo un amago de calambre, me doy cuenta de que lo mejor será descansar y dejar que los músculos se recuperen a lo clásico, es decir, sin hacer nada…Antes de cerrar los ojos me viene a la cabeza la imagen del oso y le pregunto a Encarna (que esta medio dormida) que cree que estará haciendo. La mujer contesta con desgana y resignación… “Pues que va hacer, dormir, que es lo que tendríamos que hacer nosotros…”. A preguntas tontas, respuestas contundentes…
EniEn - Abril 2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario